martes, 17 de agosto de 2010

MANUELA (MONÓLOGO-Historias de mujeres perfectas Cap 5-Eva Latonda)

Esa noche se iba a acabar todo. Ya no podía más. El decía que la quería… Igual que la había querido su madre durante toda su vida. Pero lo que ellos querían era un espejismo.

No sentía miedo alguno. De hecho, no sentía nada. Bueno sí, un profundo dolor de dientes y los ojos que parecía como si fueran a salir disparados por las sienes. Pero llevaba tanto tiempo sintiéndolo, que ya ni lo percibía.

Durante largo tiempo había estado auto convenciéndose de que todo era verdad, de que era tal y como le decían. Pero ahora todo estaba caído, rodando por todo el suelo. Desordenado, sucio, arrugado… Qué cosas. Ella siempre tan impoluta con el orden y sin embargo ahora... el caos…

Qué lástima. Una tontería de nada, cuantos fantasmas podía despertar.

No, no era posible, no podía ser posible, si fuera verdad ella no estaría así. Pero la sicóloga y sus palabras de encantador, de cordero vestido de lobo, la persuadieron.

Ahora todo volvía al principio. De nada habían servido todos esos años de lucha, de vencimiento, de silencios y de rabietas por dentro.

¿Por qué? ¿Por qué?

Su paz, su serenidad, tan llamativos para los demás, a ella sólo le provocaba una irritación antinatural. Ellos habían sido los causantes de la perdida de lo que más quería. El respeto y el cariño de sus hijos.

No tenía más camino que recorrer, no tenía más salida, el único hilo que la sostenía y él, se empeñaba en cortarlo, una y otra vez ¿Su vena de macho? ¿Su ignorancia? ¿Su egoísmo? Quién sabe. Ella sólo oía el ruido de las tijeras… ¡"zas"!

Por aquella carretera no pasaba apenas gente…

Saltó…

Pero Manuela, sí tenía algo que decir. Algo mucho más ruidoso que el ¡zas!, de sus tijeras. Algo tan poderoso, capaz de alentar cualquier vida.

Fue Manuela, como caída del Cielo, la que dibujó el nuevo horizonte en sus atribulados ojos vespertinos.